Escrito para dDermis Magazine nº 28
Si buscamos el significado de Sintonía en la RAE nos encontramos, en tercera posición, con una explicación simple y directa: “Coincidencia de ideas u opiniones”; con un ejemplo que, sin duda, mucho de nosotros respondemos ante la pregunta qué es sintonía: “Hay sintonía entre esas dos personas”.
Si desgranamos un poquito más esta escueta definición, y para ello recurrimos a la conocida con las siglas PNL, letras que nos ayudan a pronunciar rápidamente la Programación Neurolingüística, hayamos un estado básico de primer nivel. En PNL crear sintonía se conoce también por Rapport. Diríamos que, crear sintonía/rapport es a aprender las letras antes de poder leer.
Puede que antes sea bueno situar al lector, pues aún siendo una técnica muy arraigada en nuestros días no todos son conocedores de ella. La PNL nace en Estados Unidos, en los 70, de la mano de John Grinder (lingüista) y Richard Bandler (informático y psicólogo), dos investigadores de la Universidad de Santa Cruz (California). Estudiaron a tres especialistas de la comunicación (Frits Perls, Milton H. Erickson y Virgínia Satir) con el objetivo de averiguar las claves de sus éxitos profesionales y extraer un modelo de cambio personal con el que cualquier persona fuera capaz de aprender y de utilizar; es decir, qué es lo que hacía que fueran tan efectivos en la obtención de sus resultados. Su objetivo es identificar y describir el modelo de funcionamiento de cualquier habilidad especial del ser humano, para que pueda ser comunicada, comprendida y utilizada por otros. La PNL estudia como organizamos mentalmente nuestras experiencias sensoriales, como las expresamos lingüísticamente y como nos influyen en nuestra vida. Y va un poco más allá, pues también nos ayuda a utilizar determinadas técnicas y procedimientos para cambiar determinadas conductas o sentimientos, para mejorar en la comunicación personal y ayudar a mejorar nuestra calidad de vida.
Hecha pues la presentación, seguimos con qué relación tiene el Rapport con nuestro entorno. Posiblemente, en algún momento, nos hemos encontrado incómodos o fuera de lugar delante de alguien, o hemos tenido que liderar relaciones complicadas (con clientes, pareja, hijos, compañeros o trabajadores). Es en estas situaciones en las que, ser capaces de generar rapport, nos puede facilitar establecer relaciones satisfactorias y una buena comunicación. Por lo contrario, todos hemos experimentado un “noséqué” que nos ha vinculado a alguien y nos ha permitido establecer un ambiente de confianza y respeto hasta entablar una conversación fluida sin juicios ni malas interpretaciones, una relación de respeto y afinidad. Lo más curioso es que, no siempre nos pasa con personas que ya conocemos, sino que a menudo establecemos esta relación “a primera vista” ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Y lo más importante… ¿Cómo podemos generarlo y/o mantenerlo de forma consciente?
Para generar rapport, debemos aprender a comunicarnos no sólo con las palabras, pues en la comunicación, el lenguaje verbal responde solo a un 7% del impacto total; el resto se compone del lenguaje corporal, de tono de voz y de energía. No es qué decimos, sino cómo lo decimos. Así mismo, no es qué recibimos, sino cómo lo recibimos. Podríamos decir que el primer gran paso a tener en cuenta es respetar al otro sin juzgar, respetarlo desde la sinceridad y humildad; pues sea quién sea (pareja, hijo, trabajador o cliente) responde diferente a nosotros ante una misma situación, y todas y cada una de ellas son validas. El segundo gran paso es, sin duda, nuestra intención positiva con la que queremos establecer esa relación (ser agradable, querer compartir nuestra visión del mundo, hacer partícipe de nuestro estado o pedir opinión sobre un hecho que nos preocupa). En tercera posición: “Bailar al compás del otro”. ¿Cómo? Para bailar con alguien es necesario dejarte llevar y estar receptivo. Está claro que si los dos queremos llevar la batuta, entraremos en un “corre corre que te piso” que al fin de cuentas mejor sería dejarlo por imposible. Así pues, si tu interlocutor mueve el pie a la derecha, síguelo. Escúchalo y, al responder, utiliza algunas de sus mismas palabras, la misma entonación, intenta igualar su energía, su postura (sin caer en la desagradable sensación de imitar al otro, pues eso puede tener un efecto contrario y conseguir que el otro se cierre por completo). En un momento de la conversación, y de forma consciente, modifica algún aspecto haciendo algo diferente a él; si te sigue o simplemente no demuestra sorpresa o rareza, sino que mantiene su sintonía contigo, te dará la pauta para saber que el vínculo está creado y que, en este momento, el otro está totalmente abierto a ti y a recibir el mensajes que quieras transmitir y que, posiblemente, en otra ocasión podrían dar pie a malos entendidos, enfados o, simplemente, “pisotones de pies” poco agradables.